Dialoguemos hoy, mañana puede ser muy tarde
Los Centros de Emergencia de la Mujer han atendido más de 154 mil casos de violencia familiar en el Perú, situación que nos exige adoptar medidas extremas para fortalecer la salud mental de nuestro país.
De esa manera, todos necesitamos mejorar la autorregulación de nuestras emociones, ser capaces de respirar antes de hablar o actuar, fortalecer nuestra capacidad de escucha y diálogo, para que la comunicación fluya de manera consciente en todos los hogares, equipos u organizaciones.
Hay que tener en cuenta que no todos los casos de violencia familiar son reportados. Sin embargo, se sabe que más de 58 mil niños de 0 a 15 años fueron violentados física y psicológicamente en el último año. Y de ellos, más de 7,700 fueron abusados sexualmente, en muchos de los casos por sus familiares, según datos del Ministerio de la Mujer. Cabe anotar, que 69% de las víctimas fueron niñas y 30.1% niños.
Una estrategia nacional
La violencia ejercida por adultos agresores contra menores de edad es un problema que debe ser frenado con extrema urgencia por todo el Estado y las organizaciones civiles. No basta con hacer campañas aisladas, se necesita una estrategia nacional, que desde el Estado (gobierno central, regional, municipal) fortalezca los programas de atención a la salud mental de las personas y de prevención de la violencia.
Sobre todo, considerando que en el Perú el desempleo se ha incrementado en más de 16% afectando a más de un millón de personas. Y, que 10 millones de peruanos viven hoy en condiciones de pobreza, situación que provoca más estrés, ansiedad, depresión, frustración y por ende más violencia familiar.
Del total de casos de violencia registrados en los Centros de Emergencia de la Mujer, el 87% de los agresores fueron hombres y 12,6% mujeres.
Pero la violencia familiar no solo se vive en hogares con pobreza monetaria, sino principalmente donde hay pobreza de sana comunicación, amor y respeto. Si eres padre, madre o tutor mira dentro de ti y observa qué te está pasando, por qué sientes tanta ira que terminas golpeando todos los días a tus hijos o pareja. Recuerda que la ira solo es una máscara de un sufrimiento profundo.
Saca todo lo negativo, pero no dañes a nadie
Observa qué te preocupa, cómo te sientes, camina, canta, grita, habla con Dios, llora, haz algo que te permita sacar toda esa toxicidad que tienes dentro de ti, pero no te desfogues golpeando o abusando de tu propio hijo o hija. Mejor retírate por un momento de tu casa para respirar antes que dañarlos. De lo contrario, ellos también se convertirán en agresores o lo peor, podrían terminar huyendo de casa o intentar suicidarse.
La línea 113 (opción 5) del Ministerio de Salud –que brinda atención psicológica de emergencia– atendió en 2024 más de 15,000 llamadas de personas con ansiedad, depresión o queriendo suicidarse.
Si no puedes sola o solo, busca ayuda, conversa con un familiar o amistad de confianza, cuéntale lo que te preocupa, intenta confiar en alguien, aprende a respirar, meditar, llorar, soltar las emociones y pensamientos negativos para no seguir actuando violentamente. Si te cuesta hablar, escribe lo que sientes, habla contigo mismo(a), con Dios y vuelve a confiar en ti, recupera tu fe, llénate de perdón, gratitud por tu propia existencia.
Optar por la sanación personal
Busca sanar tus heridas emocionales para no lastimar a tus hijos, ten en cuenta que ellos son muy vulnerables, sobre todo si se trata de adolescentes LGBTQ+, que son mucho más sensibles.
Según el proyecto Trevor, los adolescentes de 14 a 17 años reportaron tasas significativamente más altas de considerar seriamente el suicidio (61%) en comparación con sus pares de 18 a 24 años.
Urge que hoy tendamos puentes de diálogo al interior de nuestros hogares, escuchémonos más con amor y compasión. Es necesario dialogar con la pareja, hijos, hermanos, padres y familiares, que pongamos atención plena y observemos cómo nos estamos sintiendo, cómo nos estamos tratando mutuamente y busquemos momentos para hablar con sinceridad y respeto sobre lo que estamos sintiendo, sobre nuestros miedos y preocupaciones, con el fin de resolver y superar sus dificultades, pidiéndonos perdón y estableciendo compromisos de paz y reconciliación. Hagamos votos para que en todas las familias dialoguemos más hoy, porque mañana puede ser demasiado tarde.
Por Guisella Vargas Ochoa
Directora de Conectados Global Media